Hoy, las grandes ciudades históricas europeas sufren la "Síndrome de Venecia" en mayor o menor medida. Las grandes ciudades culturales hace tiempo que superaron el umbral de sostenibilidad del turismo. El gran paradigma es esta eterna ciudad italiana, que antes de la pandemia ya recibía 25 millones de turistas al año y hoy cuenta con poco más de 50.000 habitantes, lo que supone una pérdida de 14.000 habitantes en veinte años. Este año, la hermosa Venecia ha vuelto a recuperar estas cifras de miles y miles de visitantes, y hace un año que la ciudad cuenta con cita previa de visita, sin la cual el turista se encontraría con las puertas de la ciudad cerradas. Es uno de los ejemplos de cómo las ciudades turísticas europeas buscan garantizar su sostenibilidad turística.
No hay duda de que el turismo ha aumentado notablemente en las grandes ciudades, convirtiéndose en uno de los principales motores del progreso y desarrollo de estos entornos urbanos. Este es un fenómeno que comenzó durante la última década del siglo pasado.
Un motor económico con detractores
Un motor económico con detractores En Barcelona y España, el turismo representa el 14% del PIB económico y se convierte en el sector que más contribuye a sus ingresos económicos. Un sector que en los últimos años ha empezado a tener detractores, con la aparición de diferentes movimientos sociales y sensibilidades que abogan por un turismo menos masificado y que se muestran contrarios a la gentrificación de los distritos de las ciudades más concurridos por los turistas. En mayor o menor medida, en ciudades como Madrid, Barcelona, París, Roma o Londres, el turismo va expulsando a sus habitantes del centro de la ciudad.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) establece tres criterios clave que pasan por optimizar los recursos medioambientales bajo el lema "sin ecosistema no hay turismo", que sostiene que no puede haber turismo sostenible sin:
- La conservación de los recursos naturales y el cuidado de la biodiversidad.
- Buenas políticas regulatorias que permitan no perder la autenticidad de la cultura local, el respeto por lo autóctono y la dinámica diaria de la ciudad.
- La distribución correcta de la riqueza que garantice la persistencia de las actividades económicas en el tiempo, equilibrando la distribución de los beneficios socioeconómicos generando empleo estable, ingresos y servicios sociales que ayuden a reducir la pobreza de las comunidades locales.
Sostenibilidad turística para mantener la autenticidad de las ciudades
Si la actividad turística no es sensible a estos ejes de actuación básicos marcados por la OMT para evitar un modelo turístico de sobreexplotación y uso inapropiado de la destinación turística, entonces tendrá lugar una saturación y reducción de la calidad del modelo de ciudad y pondrá en riesgo la conservación patrimonial, medioambiental y social, que además afectará la imagen de autenticidad que la ciudad ha mantenido a lo largo de su historia. Si una ciudad pierde su esencia, perderá su atractivo original y comenzará a crear una experiencia negativa del lugar, que será fácilmente sustituible por otros lugares que prometan una experiencia única y singular.
Es fundamental que la industria turística sea consciente de la necesidad de buscar el equilibrio en la obtención de resultados económicos sin provocar la ruptura del tejido urbano y social donde se implante. Hoy, los esfuerzos deben centrarse en lograr crear una actividad turística sostenible, que perdure en el tiempo y que no ponga en riesgo la ciudad de destino. En este contexto, se vuelven decisivos los organismos públicos encargados de la gestión de las ciudades y sus entornos patrimoniales. La síndrome de Venecia y la actual presión social en contra de los movimientos turísticos nos deben llevar a reflexionar sobre si se ha agotado o saturado el modelo turístico actual.
Es necesario, por tanto, gestionar los recursos turísticos desde la perspectiva de la conservación preventiva y la protección del patrimonio, evitando adoptar modelos de desarrollo especulativo que rompan el equilibrio como motor de desarrollo local. Solo así se podrá garantizar la persistencia de la singularidad y autenticidad de la imagen de marca de cada ciudad y su experiencia de ciudad única.
Chelo Morillo Palomo, profesora del Grado en ADE de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa
Añadir nuevo comentario