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El criptocrash

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22/11/2022

El mercado de criptomonedas ha sufrido una crisis los últimos días que se ha traducido en una caída considerable del valor de los activos digitales y la quiebra de empresas operadoras. Concretamente, una de las principales plataformas de compraventa del mundo, FTX, fue incapaz de atender los reembolsos de sus clientes y, después de un infructuoso intento inicial de venta a Binance, su rival más importante, se declara en bancarrota. Sam Bankman-Fried, su joven fundador, ha perdido en pocas horas un patrimonio superior a 20.000 millones de dólares. Muchos de sus clientes también lo han perdido todo. El pánico se extendió rápidamente y los usuarios intentaron retirar masivamente sus inversiones de la empresa, pero no lo consiguieron porqué FTX no tiene ni los activos líquidos ni la solvencia necesaria. Ha abusado de una práctica mortal: invertir a largo plazo utilizando la deuda con vencimiento inmediato de sus clientes. Los bancos también lo hacen. El agujero financiero se estima en unos 8.000 millones.

Son muchos los que han querido ver en este episodio la prueba del fracaso definitivo de las criptomonedas y todo el sector, así como la necesidad de substituirlas por la inminentes monedas digitales emitidas por los bancos centrales y debidamente controladas por las autoridades. Pero ni una cosa ni la otra son ciertas y sería necesario explicar por qué. 

En primer lugar, lo que ha quebrado es una de las principales empresas de compraventa de criptomonedas por prácticas muy imprudentes o directamente fraudulentas. Otros agentes continúan operando en el mercado sin repetir los mismos engaños. Los activos intercambiados son las criptodivisas, que comprenden una gran variedad de tipologías distintas (Bitcoin, Ethereum...), algunas de las cuales pueden ser también u engaño y otras no. Recordemos que Lehman Brothers quebró en el año 2008, pero esto no significa necesariamente que todos los bancos estén en la misma situación ni que las monedas de curso legal (dolar, euro...) no valgan nada - a pesar de que Voltaire advirtió que el valor del papel moneda siempre acaba volviendo a su valor intrínseco, que es cero. Todas las empresas, sean plataformas de criptomonedas o bancos convencionales, necesitan purgar las prácticas arriesgadas o fraudulentas que han originado burbujas especulativas en tiempo de exuberancia irracional y frenesí delirante. Se tienen que corregir estas prácticas, no solamente para castigar a los que han actuado mal, sinó especialmente para informar al resto del sector de lo que no se tiene que hacer.

En segundo lugar, las monedas digitales con apoyo de los bancos centrales (CBDC), como el futuro euro digital, no son equiparables al Bitcoin. El euro digital será un activo financiero, mientras que el bitcoin es un activo real. El bitcoin, en poco, mucho o nada, tiene una utilidad por si mismo y no es la deuda de ninguna entidad, mientras que el euro es el pasivo del Banco Central Europeo. La masa monetaria del bitcoin está predefinida y limitada a 21 millones, mientras que la oferta de euros es ilimitada. A pesar de que son monedas substitutivas que compiten entre ellas, el bitcoin y el euro digital están llamadas a coexistir. Naturalmente, el Estado defiende su próxima moneda y ataca la alta volatilidad que muestran las criptomonedas. Pero seamos conscientes también de sus peligros, porqué la amenaza del Big Brother de George Orwell en la novela 1984 es insignificante al lado de las capacidades de control que ofrece la era digital. Con el euro digital no habrá ninguna transacción ni movimiento monetario que las autoridades no puedan rastrear. La puerta a la opresión total quedará abierta con el acceso de las autoridades a todos los cobros y pagamientos en tiempo real, el conocimiento de los dados financieros y el bloqueo de cualquier cuenta que represente una amenaza potencial. El CBDC, por lo tanto, es un instrumento poderoso y eficaz para forzar a todos los ciudadanos a una economía digital común, planificada y gestionada de forma centralizada. En una sociedad sin dinero en efectivo, los gobiernos tienen mucho más control sobre todos aquellos a quien dicen servir.

Los criptoactivos tienen plazos de inversión muy largos y, por lo tanto, soy muy sensibles a los cambios en los tipos de interés. La tendencia actual al alza afecta negativamente a todo el sector. El bitcoin ha perdido el último año el 75% de su valor y el correctivo en las empresas tecnológicas también es muy severo: Netflix ha caído el 55%, Amazon el 43%, Google el 33% y la matriz de Facebook, el 66%. Mientras que con tipos de interés negativos cualquier proyecto que venda humo es capaz de encontrar compradores y cotizar al alza en el mercado, el incremento de tipos normaliza la situación, pincha las burbujas y devuelve sentido común a los especuladores. Por lo tanto, esta corrección es necesaria. Cuando la tendencia general del mercado es bajista, los esquemas piramidales, con la quiebra de FTX, se producen. También la detección y desarticulación de los sistemas empresariales Ponzi es necesaria. Los excesos se pagan y los fraudes se tienen que extirpar. Ahora bien, no es cierto que todo el sector de las criptomonedas sea fraudulento y esté condenado a desaparecer. Como tampoco lo es que las CBDC sean las mejores monedas. Continuará siendo dinero fallido, un monopolio público de los estados y del banco central, creado de la nada mediante los préstamos bancarios y totalmente manipulable con bytes de ordenador. Y con la eliminación gradual de los billetes, perderemos la poca libertad financiera que nos queda, pudiendo llegar incluso a la expropiación cuando las autoridades lo decidan. 

Jordi Franch Parella, doctor en Economía y profesor de los estudios de Administración y Dirección de Empresas-ADE del Campus Manresa de la UVIC-UCC

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