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El flujo digital en la odontología actual

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odontologia digital
10/06/2025

El mundo de la odontología cambia constantemente. No es ninguna novedad, aunque en las últimas décadas hemos experimentado cambios de forma más acelerada. Actualmente, un nuevo concepto está en boca de todos: el flujo digital. Cuando pensamos en flujo digital, nos vienen a la cabeza palabras como escáner o impresiones dentales. Aun así, el concepto va mucho más allá de cómo obtenemos el modelo de la boca de los pacientes.

De las impresiones tradicionales al escaneado 3D

Seguro que muchos de vosotros habéis ido al dentista y os han tomado medidas con materiales de impresión. Son situaciones que no resultan muy agradables, porque el odontólogo utiliza unas cubetas cargadas con un material en estado pastoso, las introduce en la cavidad oral y espera hasta que este material se solidifica. Una vez se retira de la boca, tenemos un modelo en negativo que posteriormente podemos rellenar con yeso para positivizar. A partir del modelo de yeso se pueden elaborar diferentes tipos de prótesis, férulas o aparatos de ortodoncia.

La aparición de los escáneres intraorales ha hecho que este paso haya cambiado notablemente. Ahora ya no introducimos cubetas y pastas en la boca, sino que utilizamos una pieza de mano y un ordenador. De esta forma, obtenemos imágenes digitales en tres dimensiones de la boca de los pacientes.

De la planificación digital a la fabricación con impresión 3D

Esto, que a priori ya nos pareció un gran avance, solo es una pequeña parte del flujo digital. En cualquier tratamiento odontológico todavía necesitamos trabajar manualmente. Las funciones del odontólogo, el protésico dental o el higienista siguen basándose en habilidades manuales, pero muchas de las funciones que antes hacíamos de forma analógica ahora las realizamos digitalmente.

La planificación de los tratamientos, muchas veces, no sale de la pantalla de un ordenador. Escaneamos la boca de un paciente registrando ambas arcadas, la oclusión, los movimientos de la articulación, así como los equilibrios y las fuerzas musculares. Paralelamente, podemos hacer un TAC (tomografía axial computarizada) completo a nuestro paciente. Un TAC es un tipo de prueba radiográfica que nos permite tener imágenes tridimensionales. Así como la radiografía convencional solo tiene dos dimensiones —anchura y altura—, con un TAC podemos registrar una tercera dimensión: la profundidad. Si unimos la información obtenida en el escaneado con la del TAC, podemos alcanzar un nivel de planificación de los tratamientos odontológicos que nos permite prever cómo colocaremos unos implantes, cómo haremos unos tallados o, incluso, tener lista una prótesis provisional o definitiva antes de realizar cualquier actuación en la boca del paciente.

Del mismo modo que podemos planificar un caso digitalmente, también podemos fabricar una prótesis. Actualmente, el 80 % de los encargos de prótesis dentales que entran en un laboratorio se elaboran total o parcialmente de forma digital. Esto significa que el flujo digital está presente en su totalidad o en una parte importante del proceso.

Todo comienza enviando el escaneado de la boca del paciente mediante un archivo digital al laboratorio. Una vez en el laboratorio, diseñamos la prótesis utilizando aplicaciones informáticas. Programas como 3Shape o ExoCAD nos permiten hacer diseños de las prótesis que posteriormente se enviarán a fresar o imprimir.

Aquí es donde entran los dos sistemas de fabricación actuales: la sustracción y la adición. Con la sustracción partimos de un bloque de material que vamos fresando para retirar el material sobrante hasta conseguir la forma final de la prótesis. Utilizamos materiales como el circonio, resinas, cerámicas o diferentes aleaciones metálicas. Con la adición, el proceso es justo al contrario: vamos añadiendo material hasta obtener la prótesis final. El proceso de adición se puede realizar con impresoras 3D o con sinterización. Las impresoras 3D suelen utilizar materiales plásticos o resinas; en cambio, con la sinterización imprimimos estructuras metálicas.

El arte final sigue siendo humano

Hay, sin embargo, una parte del proceso de fabricación que todavía no hemos conseguido digitalizar: los acabados finales. Es la parte en la que maquillamos y damos el aspecto final a las prótesis. Es la parte más artística o artesanal. La personalización de las prótesis aún la tienen que hacer personas y de forma analógica.

La digitalización nos permite precisión, ajuste y trabajar de una forma diferente a como lo hacíamos hace unas décadas. La tecnología todavía no nos permite imitar la naturaleza. Esta parte aún se debe hacer de forma analógica. Entre las funciones de los profesionales dentales está la de devolver la función, el habla, la masticación, pero también la de imitar la naturaleza de tal manera que nuestros tratamientos pasen desapercibidos al ojo humano.

 

Oriol Bataller, responsable de la Clínica Odontològica Universitària

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