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HISTORIA | Daniel Collado, graduado en Enfermería

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04/04/2022

Vengo de una familia sanitaria: mi madre es auxiliar de enfermería y mi padre es enfermero. Llevo la vocación por las Ciencias de la Salud en los genes, vaya. O sea que, cuando terminé el bachillerato, pedí el acceso a los estudios de Enfermería en una universidad pública de Jaén, cerca de donde vivía con mis padres. Lamentablemente, mi nota no fue suficiente para entrar.

Como que, a pesar de todo, tenía claro que quería ser enfermero, me puse a buscar alternativas.

Visité varias webs para comparar propuestas de diferentes universidades privadas. UManresa ofrecía unas instalaciones modernas y a un coste bastante accesible, en relación al resto. No busqué mucha más información. Buscaba una solución provisional para cursar el primer año y pedir, después, el traslado a un centro público. Hice la preinscripción y entré.

Empecé el primer curso del grado en Enfermería en UManresa, con la expectativa de si mi elección fue la correcta, tanto por los estudios como el lugar donde cursarlos. Pronto descubrí que las clases, la relación con el profesorado y la vida dentro y fuera de la universidad se adaptaban perfectamente con mi forma de ser y hacer: unos horarios pensados para facilitar el estudio, grupos reducidos, trato individualizado, una ciudad de dimensiones medianas.

Terminé el curso y tenía delante de mí la solicitud para hacer el cambio de universidad. La rompí. Todas las dudas que tenía un año atrás se fueron. En UManresa, había descubierto que estudiar es más fácil cuando el profesorado te conoce y te atiende de forma personalizada; que la formación en grupos pequeños te permite profundizar más, disfrutar más. Por otro lado, en solo un año, mi vocación se había convertido en pasión: y es que la enfermería es una de esas carreras que, cuanto más aprendes, más de enamora.

 

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