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La educación financiera; por qué es clave para evitar problemas económicos

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Educació financera
06/10/2025

Todos tomamos decisiones que afectan a nuestro bolsillo: elegir una hipoteca, pagar con tarjeta de crédito, ahorrar para imprevistos o invertir. Son gestos cotidianos… pero con consecuencias a largo plazo si no entendemos bien lo que firmamos. En España, las encuestas de competencias financieras del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) muestran que hay margen de mejora en conocimientos básicos como la inflación, el interés compuesto y la diversificación; que, curiosamente, son precisamente los conceptos que más deberían proteger a los consumidores frente a productos caros o engañosos.

Qué juega a nuestro favor y en contra cuando hablamos de dinero

  1. El interés compuesto y la deuda. Ya lo dice el refrán, “lo barato sale caro”. El interés compuesto es tu mejor aliado si ahorras… pero tu peor enemigo si te endeudas. Las tarjetas “revolving” son un claro ejemplo: cuotas pequeñas que dejan intacto el principal e intereses muy altos, que producen el efecto “bola de nieve”. En 2020, el Tribunal Supremo emitió doctrina sobre intereses usurarios en tarjetas “revolving”, y se han establecido criterios de transparencia que exigen que el cliente entienda el coste real y el riesgo del sistema de amortización. Dicho de otro modo: si no puedes comprenderlo con la información facilitada, es abusivo.
  2. El riesgo que no se ve: cláusulas y divisa. Una hipoteca multidivisa puede parecer más barata… hasta que el tipo de cambio juega en contra. Hay sentencias que declaran la nulidad parcial de cláusulas multidivisa por falta de transparencia: a muchas familias no se les explicó adecuadamente que la deuda podía aumentar si se apreciaba la moneda extranjera.
  3. Productos “complejos” para ahorradores de perfil básico. Antes de la crisis, pequeños ahorradores compraron participaciones preferentes de bancos y cajas convencidos de que eran seguras y líquidas. La CNMV las clasifica como producto complejo y de alto riesgo: pueden suspender cupones, son perpetuas y su liquidez es limitada. Muchos afectados, a menudo personas mayores que habían depositado en muchos casos gran parte de sus ahorros, no entendían los riesgos reales del producto que habían contratado.
  4. Cuando la rentabilidad “garantizada” es demasiado buena para ser verdad. El caso Fórum Filatélico puede ser un buen ejemplo, ya que ofrecía rendimientos estables sobre sellos que, en realidad, sostenían una estafa piramidal. O el caso Rumasa, del empresario Ruiz Mateos, en el que muchos de sus múltiples negocios se financiaban captando dinero del público a través de sus propios bancos y cajas, a menudo ofreciendo intereses muy atractivos para los ahorradores; estas rentabilidades solo se podían mantener mientras entrara capital nuevo.

     

    Activos digitales: tecnología nueva, las mismas lecciones de siempre. Tokens relacionados con famosos o influencers. Hay casos en los que celebridades lanzan su propia cripto o respaldan proyectos de terceros con grandes promesas. Muchos inversores entran solo por confianza en el personaje, pero lamentablemente el proyecto a menudo se derrumba rápidamente.

Cinco hábitos de educación financiera que marcan la diferencia

  1. Hay que leer (de verdad) lo que se firma. Buscar la TAE, el sistema de amortización, las comisiones, las penalizaciones y la “letra pequeña”. Si el banco o la entidad financiera no puede explicártelo en cinco minutos y con números claros, es mala señal. Las autoridades exigen transparencia comprensible en todos los productos financieros.
  2. Hay que tener una relación sana con la deuda. Diferenciar la deuda “buena” (la que permite invertir en activos que generan valor) de la “mala” (consumo recurrente con crédito), evitando pagos mínimos perpetuos y fijando un plan de cancelación estructurado y realista.
  3. Es conveniente tener un colchón de emergencia antes de invertir, con un mínimo de tres a seis meses de gastos en liquidez. Siempre se debe evitar recurrir al crédito caro cuando hay un imprevisto o urgencia.
  4. Es necesario diversificar y entender bien el riesgo. Hay que comprender que productos complejos como los derivados, los estructurados o las preferentes no son aptos para todo el mundo. No se deben poner todos los huevos en la misma cesta, y hay que tener clara la relación entre riesgo y rentabilidad: a mayor riesgo asumido en una inversión, mayor rentabilidad potencial debería ofrecer, pero también mayor será la posibilidad de pérdidas. En cambio, las inversiones de bajo riesgo solo ofrecen rendimientos más modestos pero más estables.
    • Bajo riesgo – baja rentabilidad (alta seguridad, bajos rendimientos): depósitos bancarios asegurados, deuda pública de países solventes.
    • Riesgo medio – rentabilidad media (riesgos moderados, posibles ganancias más elevadas a largo plazo): bonos corporativos de empresas consolidadas, fondos de inversión diversificados.
    • Alto riesgo – alta rentabilidad potencial (pueden generar ganancias espectaculares pero también pérdidas totales): acciones de startups o tecnológicas, criptomonedas
  5. Alfabetización digital y criterio con la “moda”. En el mundo de las criptomonedas, hay que preguntarse cosas como: ¿quién custodia los fondos? ¿Cuál es el modelo de riesgo? ¿Hay auditorías independientes?

Conviene una estrategia de país en educación financiera

Una estrategia de país en educación financiera no es solo una política educativa, sino una inversión en capital humano y en estabilidad económica. Cuando los ciudadanos entienden mejor la relación entre riesgo y rentabilidad, el impacto de la inflación o la importancia de diversificar, se reducen las vulnerabilidades individuales y colectivas.

Cierra el círculo: del “no lo entiendo” al “lo decido yo”

La buena noticia es que la educación financiera se puede entrenar y da frutos para toda la vida. En un mundo donde los productos cambian rápidamente y los errores se pagan caros, tener cultura financiera es de las mejores decisiones que podemos tomar como sociedad. El objetivo no es convertirnos en expertos en productos exóticos, sino tomar decisiones informadas sobre instrumentos comunes: hipotecas, tarjetas, seguros, planes de ahorro e inversión. Cuando sabemos interpretar una TAE, comparar una hipoteca fija con una variable, o detectar una promesa “demasiado buena para ser verdad”.

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