Los conflictos del siglo XXI: más allá del coste humano
Los conflictos armados del siglo XXI no solo tienen consecuencias humanitarias devastadoras, sino que también alteran profundamente la arquitectura logística y energética global.
Infraestructuras estratégicas como objetivo militar
Puertos, trenes y energía: ejemplos recientes de destrucción
Las infraestructuras logísticas y energéticas son, cada vez más, objetivos prioritarios en conflictos armados. Esta tendencia responde a la voluntad de paralizar economías rivales, desorganizar rutas comerciales y debilitar el tejido industrial y civil. Los ataques sobre puertos ucranianos del mar Negro, la destrucción de líneas ferroviarias y subestaciones eléctricas, así como los bombardeos a infraestructuras petroleras en Siria, Irak o Yemen, son ejemplos paradigmáticos.
Consecuencias directas en la economía y la sociedad
Estos daños tienen un doble efecto: en primer lugar, perjudican al país afectado, reduciendo su capacidad de resistencia económica y social; en segundo lugar, generan inestabilidad en mercados regionales y globales, especialmente cuando se trata de nodos logísticos clave o corredores energéticos transnacionales.
Rutas comerciales globales en transformación
El caso de Ucrania y el mar Negro
La guerra en Ucrania ha transformado completamente los flujos de cereales y otras materias primas procedentes de la región del mar Negro, provocando subidas de precios a escala global.
La estrategia marítima en el mar Rojo y el canal de Suez
La inestabilidad en el estrecho de Bab el-Mandeb, en el mar Rojo, vinculada a acciones de los rebeldes hutíes de Yemen, ha obligado a muchas navieras a evitar el canal de Suez y recurrir a la ruta del cabo de Buena Esperanza, con un incremento de días de navegación. Esta situación ha tenido un impacto directo sobre el precio del transporte marítimo, el encarecimiento de los productos finales y la disrupción de cadenas de suministro globales, especialmente en sectores como la automoción, la alimentación y la tecnología.
Vulnerabilidad de las infraestructuras energéticas
Oleoductos europeos bajo amenaza
Las infraestructuras energéticas constituyen uno de los puntos más sensibles en este escenario, impactando en la seguridad energética. El oleoducto Druzhba, que conecta Rusia con varios países de Europa Central, ha estado en el punto de mira durante el conflicto ucraniano.
El precio del gas y el petróleo ante la inestabilidad
El sabotaje del Nord Stream en el Báltico ha puesto en evidencia la fragilidad de las redes de suministro energético, incluso en contextos aparentemente seguros. En cuanto a Oriente Medio, los daños en refinerías, terminales de exportación y gasoductos pueden repercutir inmediatamente sobre el precio del crudo y del gas, con implicaciones directas sobre la inflación global.
Conclusiones: más allá de los daños materiales
Los conflictos armados tienen un efecto profundo sobre las infraestructuras internacionales y, en consecuencia, sobre la estabilidad económica global. Además de los evidentemente cruciales costes humanos, hay que sumar estos costes económicos que afectan a las empresas y a la población. Cada día que perdura un conflicto armado supone un día más de fracaso colectivo de los gobiernos en su promesa de mejorar la vida de la ciudadanía.
Joan Freixanet Solervicens, doctor en Administración y Dirección de Empresas (ADE), consultor en desarrollo internacional de empresas y docente en el grado en ADE de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa