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Diversidad lingüística y cultural y atención sanitaria

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conversa pacient
14/10/2022

La diversidad lingüística y cultural es uno de los retos que afronta actualmente la atención sanitaria. Recientemente, en una contraportada en el periódico La Vanguardia, el Dr. Joan Sala afirmava que "el contacto personal en medicina es insubstituible", una sentencia que podemos considerar totalmente lógica, pero que parece que está perdiendo consistencia en la actualidad. No tendría que ser necesario hablar de humanizar la atención sanitaria, porqué se da por supuesto que tiene que ya tiene que ser así, pero, en cambio, en el día a día, vemos que escuchar y hablar con la persona ha pasado a un segundo plano, a pesar de que mirar, sonreir y mostrar sensibilidad hacia lo que explica el usuario forma parte de una tarea esencial del equipo de salud, que es la de dignificar a la persona que está atendiendo, en un espacio especial y único, como es el de acompañar y atender a las personas en momentos de falta de salud.

Existe un listado de retos importantes que tiene que superar la atención sociosanitaria para alcanzar este objetivo. El más actual es la irrupción de las nuevas formas de comunicarnos. Por ejemplo, la aparición de la tecnología en el ámbito sanitario provoca que, a menudo, la persona que precisa de atención sanitaria se sienta poco atendida. Los móviles, los ordenadores en los despachos, las consultas en línea, los trámites sanitarios digitales, pueden crear un ambiente distante, que puede ser vivido por el usuario como un impedimento en la comunicación

La importancia de entender a la persona atendida 

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que cada vez existe más movilidad de las poblaciones, con lo que esto conlleva de aumento de la multiculturalidad y, en consecuencia, de las lenguas habladas por las personas, aspectos que dificultan la calidad de la atención asistencial. La cultura de la persona comporta formas de vivir, hábitos y diferencias en la percepción de la salud y de la enfermedad y también influye en su abordaje. Es un tena que el equipo sanitario tiene que tratar con delicadeza y responsabilidad, ya que no entender a la persona atendida puede comportar una dificultad importante en la resolución del problema por el cual aquella persona consultaba, por ejemplo un error diagnóstico o una mala comprensión del tratamiento a seguir. 

El equipo de salud se esfuerza por entender y ser entendido por la persona, pero hay aspectos, como el breve espacio de tiempo que se puede dedicar a las consultas, que no ayuda a que este tema se minimice. Existen propuestas para mejorar la comunicación interpersonal, como programas informáticos y traductores que reducen el impacto que supone esta dificultad en la comunicación. Pero la traducción no asegura que haya una buena comunicación. Es cierto que facilita el intercambio de información entre professional y persona, pero no tienen en cuenta las diferencias culturales. También existe la figura del mediador, que ayuda,  no solamente en la traducción, sinó también a superar las barreras culturales, ya que son conocedores de las peculiaridades de las culturas, y pueden dar una visión más amplia de la situación de la persona que acude a la consulta, dotando de significado y sentido a la comunicación entre profesional y usuario para poder abordar las contrariedades y tomar la decisión más adecuada para la mejora de la salud de la persona atendida.  

Es más fácil compartir información íntima con alguien que habla tu mismo idioma
 

Aunque pueda parecer que este aspecto de dificultad en la relación debida a la lengua solamente sucede con personas emigrantes, en nuestro entorno también nos podemos encontrar con dificultades idiomáticas entre profesionales con una capacitación lingüística de la lengua catalana deficiente y personas catalanohablantes. Como hemos dicho anteriormente, no entender la lengua del usuario repercute en la atención. Hablar con un facultativo recién llegado que no entiende la lengua de la persona, disminuye el abanico de elementos necesarios para afinar en una buena atención. A menudo son necesarios detalles para hacerse una imagen correcta de lo que está pasando y estos detalles se encuentran en la narrativa de la persona atendida que, en su explicación, describe aspectos físicos, psicológicos y sociales vinculados con su dolencia. Por eso es indispensable interactuar con ella, hablarle y crear una relación de confianza para establecer un plan terapéutico útil para el problema que expone. Poder hacerlo en la lengua de uso habitual asegura una mejor resolución. Generalmente, las personas se sienten más seguras y cómodas explicando y compartiendo información íntima sobre lo que les pasa con una persona que hable su mismo idioma. Es importante recordar que la persona no es su enfermedad y también es importante tener presente que hablamos de relaciones humanas en momentos de fragilidad en las cuales el respeto y el reconocimiento son claves para la interacción.

El profesional suele tener buena intención, incluso experimentar situaciones de malestar y de tensión por no poder conseguir una correcta comunicación con la persona atendida, pero las dificultades de no compartir el mismo idioma que el usuario al que atiende puede hacer que la comunicación sea incompleta.  

El usuario tiene el derecho a recibir una información adecuada y suficiente en su lengua. I no solamente esto, sinó que se hace necesario que el profesional se dirija a la persona haciendo uso de un vocabulario similar al que esta utiliza para que pueda comprender la información. No es lo mismo dar una información a un joven que a un viejo, a un profesional de la sanidad o a un individuo que tenga poca conexión con este mundo. No se puede dar por supuesto que los usuarios entienden el lenguaje técnico profesional.


Entender el idioma significa conocer una manera de vivir

 

No es solamente una cuestión de educación y tolerancia, sinó también una necesidad básica para hacer bien el trabajo. El dominio deficiente de una lengua dificulta la comunicación verbal y a interrelación que se tiene que establecer. El trato inadecuado también pasa por no entender el idioma de la persona a la que se tiene que atender. La comunicación es un arte que tiene que dominar el profesional del ámbito de la salud. Si una buena comunicación ya es un reto entre personas que comparten las mismas costumbres y lengua, todavía lo es más cuando no las comparten. También puede ser motivo de prejuicio y desatención etiquetando a la persona de "paciente difícil". Los prejuicios pueden llegar por los dos lados, anquilosando la relación y, por lo tanto, no dando respuesta a lo que se espera del servicio sanitario y ambos pueden suponer que no hay interés por explicarse ni para entenderse.

Si juntamos las dificultades idiomáticas con las barreras tecnológicas de las que hablábamos al principio, nos encontramos con una persona doblemente vulnerable, por la propia situación de falta de salud que la ha llevado al centro asistencial y por la vulnerabilidad generada por el entorno que se muestra incomprensible y augmenta su inseguridad. Si no se puede garantizar una atención en catalán por la falta de profesionales, se pueden realizar tratamientos inadecuados, por ejemplo, entender mal instrucciones de medicamentos y pruebas o consejos sobre estilos de vida que afectan directamente la salud.

En los planes de estudios de las profesiones de la salud se habla de la atención a la persona como aquel sujeto al que se tiene que entender, pero poco a poco este aspecto se ha ido diluyendo para dar máxima importancia a la ejecución de protocolos, dejando a un lado a la persona y a sus necesidades básicas de seguridad y comunicación y para centrarse en la enfermedad. Las barreras culturals y lingüísticas son un gran reto. Que, en Cataluña, los profesionales sanitarios dominen la lengua catalana ha sido y es una fuente de conflictos a nivel político y social que hace años que dura. Lo cierto es que, para entender bien a la persona y poder hacer un diagnóstico y un tratamiento adecuado, es esencial.

Montserrat Suriñach Pérez, docente del grado en Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de Manresa


Bibliografía:

 

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