Hablar de los derechos de la infancia es hablar del lugar que damos a los niños en el mundo; es aprender a mirarlos con la dignidad que les corresponde, una dignidad que no se debe ganar, sino reconocer.
¿Cómo trabajar los derechos de la infancia en la escuela?
La respuesta parece sencilla: los derechos se aprenden cuando se viven. No basta con que alguien cuente un cuento, cuelgue un mural o proponga una manualidad atractiva; pasan por la manera en que el niño es acogido, mirado y acompañado cada día. Es en esos gestos —el tono de voz, la escucha real, la paciencia, la forma en que se le habla y se le trata— donde se hace evidente el derecho a ser tenido en cuenta, a ser protegido y a ser escuchado (Fabrés & Vidiella, 2023).
Cuando reconocemos que el valor de un niño no proviene de lo que hace, sino de lo que es, la manera de mirarlo se transforma. La presencia del niño —su forma de pensar, de hacerse preguntas, de buscarnos con la mirada— se convierte en el punto de partida para educar. Con las palabras de Sargatal (2024), esto implica reconocer su derecho a pensar, a sentir y a expresarse tal como es. Esta manera de entender la infancia exige una educación que no parta de lo que el adulto espera, sino de lo que el niño es y necesita.
Detenerse para respetar los derechos de los niños
Detenerse significa frenar nuestras prisas y aflojar la necesidad de tenerlo todo controlado. También significa poner pausa al deseo constante de ir de un lugar a otro por simple inercia, sin presencia, y recuperar la conciencia del momento presente.
Detenerse es hacer espacio; espacio para que el niño pueda repetir una acción tantas veces como necesite para aprender a hacerla solo; para que pueda explorar un objeto desde diferentes lugares y maneras; para que pueda mirar o escuchar un mismo cuento una y otra vez hasta encontrarle sentido.
Detenerse también significa observar para comprender qué necesita realmente el niño. No se trata solo de mirar qué hace —si construye, si apila, si derriba—, sino de intentar entender cómo lo hace y por qué lo hace. ¿Qué pregunta está resolviendo? ¿Qué curiosidad está abriendo? ¿Qué emoción lo está moviendo?
Esta manera de observar no busca controlar ni corregir, sino entender el sentido interno de la acción. El niño que construye y deshace no está perdiendo el tiempo: está explorando el equilibrio, comprobando la causa y el efecto, intuyendo el peso de las piezas… y, en definitiva, formulando hipótesis sobre el mundo. El niño que repite un gesto está buscando seguridad y significado. Comprender esto es lo que permite adaptar los materiales de manera adecuada: ofreciendo aquello que sostiene su exploración, aquello que acompaña su necesidad, aquello que le ayuda a dar un paso más sin imponerle el camino.
Es en este engranaje fino de tiempo, espacio y materiales donde todo cobra sentido: cuando el tiempo no se interrumpe constantemente, cuando el espacio acompaña y cuando los materiales invitan a explorar. Es ahí donde los derechos de los niños se hacen reales, en la calma de la vida cotidiana y en aquello que permite a cada niño crecer a su ritmo.
¿Cuántas veces hemos oído a profesionales decir que centrar la acción educativa en el juego libre y en los cuidados “al final es no hacer nada”? Lo reivindicamos con toda la convicción: observar y detenerse no es dejar de hacer, ni mucho menos retirar los límites. Estos momentos aparentemente pequeños —donde el niño juega, se lava las manos con calma, come con tranquilidad o se pone la chaqueta a su ritmo— son educación en estado puro. Y, en definitiva, todo se resume en una idea tan simple como profunda que Emmi Pikler dejó escrita: «…cuando tratamos a un niño con respeto, le garantizamos el derecho más esencial: ser reconocido como persona».
Muntsa Benlliure Moltó, diplomada en Educación Infantil, psicopedagoga y docente del CFGS de Educación Infantil del Campus Profesional UManresa
Referencias
- David, M., & Appell, G. (2010). Lóczy: Una insólita atención personal. Barcelona: Octaedro.
- Fabrés, M., & Vidiella, R. (2023, octubre). Escuela 0-3. Los derechos de los niños. Hacia la difusión de una cultura de infancia. Infancia. Educar de 0 a 6 años, (255).
- Sargatal, E. (2024). Los derechos de los niños en la vida cotidiana. Barcelona: Associació de Mestres Rosa Sensat.