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Fobias y pandemia, un tándem ideal

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fobia
08/11/2022

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2030 los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad del mundo. La pandemia ha afectado a la salud mental de gran parte de la población, se han producido situaciones extremas que no esperábamos tener que vivir. Entre las muchas consecuencias que ha tenido en la salud mental están las fobias, que se han visto alimentadas por la situación vivida. 

Los paises que nos llamamos del primer mundo no creíamos ser tan vulnerables ante un nuevo virus. En nuestro entorno más inmediato pensábamos que teníamos una sanidad que aguantaría los embates de este recién llegado y en realidad nos ha hecho ser conscientes de  nuestra vulnerabilidad. Vale la pena recordar que tuvimos que confinarnos, con todas las consecuencias de esta situación: no poder pasar tiempo con la familia o amigos, no poder disfrutar del tiempo libre, ver a los seres queridos morir solos en los hospitales o residencias. Todo eso ha propiciado el entorno favorable para la alteración de las emociones, tanto de la población general como del personal sanitario, aumentando, de manera preocupante, los trastornos mentales, siendo los más prevalentes la depresión y la ansiedad. 

A causa de la situación vivida, la población ha experimentado miedo, aislamiento, pérdida de trabajo, menos ingresos, sentimientos de soledad, tristeza e irritabilidad. Si nos centramos en personas que tienen ansiedad por la salud nos podemos encontrar con conductas exageradas y que, en consecuencia, se convierten en desadaptativas, como ir con frecuencia a los centros de salud para descartar estar contagiadas, excesivo lavado de manos, retraimiento social, ansiedad por comprar material de protección (mascarillas, guantes, geles...), consumir más alcohol y drogas. Por otro lado, las personas con poca ansiedad por la salud, por no sentir miedo al contagio, incumplen las recomendaciones de salud pública y la distancia social. 
 

La ansiedad, trastorno de ansiedad, trastorno del pánico y fobias

En cuanto a la ansiedad, podemos decir que es una reacción natural ante el estrés provocado por sucesos que provocan miedo o inquietud, por lo tanto, nos ayudará a afrontar una situación concreta. Por ejemplo, cuando preparamos un examen o cambiamos de trabajo, esta ansiedad nos puede dar más energía y favorecer la concentración a la hora de llevar a cabo la tarea. Por lo tanto, nos ayuda a realizarla si las demandas no son muy elevadas y no nos apartamos mucho de nuestra zona de confort. En el caso de los trastornos de ansiedad, la ansiedad no desaparece y se prolonga en el tiempo, interfiriendo en las actividades de la vida diaria. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5®) define diversos tipos de trastornos de ansiedad, incluyendo el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico y la fobia específica. 

En relación con el trastorno de ansiedad generalizada, las personas tienen una preocupación excesiva, que no pueden controlar, ante sucesos o actividades de la vida cotidiana, como la salud, el trabajo, la escuela o la familia. Esta preocupación es exagerada si dura más de seis meses. 

En el caso del trastorno del pánico, las personas sufren ataques de pánico imprevistos y recurrentes. Su aparición es de manera súbita y experimentan un miedo intenso que puede durar unos minutos.


El confinamiento hizo aflorar las fobias
 

En relación con las fobias, tenemos que hablar de agorafobia, de fobia social y de las fobias específicas. Las dos primeras se pueden relacionar con el confinamiento. La agorafobia es el miedo o la ansiedad intensa a lugares o situaciones de las cuales es difícil huir o pedir ayuda en caso de urgencia. Según el DSM-5®, para poder hacer el diagnóstico se tendrían que dar en dos o más de estas situaciones: en los transportes públicos, en espacios abiertos, en espacios cerrados, haciendo cola o estando en una multitud o fuera de casa solo/a.  

La fobia social es el miedo o la ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las cuales la persona se siente expuesta a una posible evaluación por parte de otros. El confinamiento puede llevar asociada una disminución de las habilidades sociales, fomentando la fobia social. 

En últim lugar, hablaremos de las fobias específicas, que se definen como el miedo o la ansiedad intensa por un objeto o situación fóbica (por ejemplo: volar, vértigo, animales, administración de inyecciones, ver sangre, al coronavirus...) que la persona intenta evitar o a la que se intenta resistir de manera activa cuando es expuesta a este estímulo. Es un miedo persistente e irracional a alguna cosa que representa poco o ningún peligro real. A pesar de todo, la persona que lo experimenta tiene la necesidad imperiosa de evitar el estímulo fóbico (puede ser un objeto, una actividad o una situación) aunque reconozca que su miedo es irracional o exagerado. Este estímulo le puede provocar pánico, miedo, taquicardias, falta de aire, temblores y una fuerte necesidad de huir del estímulo. Normalmente, las fobias comienzan en la infancia o en la adolescencia y siguen en la edad adulta. La causa no se conoce, pero se sabe que pueden ser hereditarias. Se puede tractar con medicación, con psicoterapia o con ambas. 

Existen innumerables fobias. Cada una recibe su nombre poniendo como sufijo la partícula fóbica y como prefijo el temor que tiene la persona. Por ejemplo, algunas de las que nos podemos encontrar en el ámbito asistencial son la algofobia (miedo a sufrir dolor), la hematofobia (miedo a la sangre o a las hemorragias), la belonefobia (miedo a las agujas y objetos punzantes), tripanofobia (miedo a las inyecciones y la inoculación de gérmenes) o la coronafobia (miedo a contagiarse de la COVID19). 

En definitiva, no nos podemos aislar de los eventos que suceden a nuestro alrededor y menos en una sociedad globalizada como la nuestra. En los inicios de la pandemia parecía que era algo lejano a nosotros y al poco tiempo ya estábamos viviendo una situación que parecía sacada de las mejores series de ficción. Por suerte no podemos perder la esperanza. El 14 de septiembre de 2022, el director general de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghegreyesus, aseguró que ya se puede ver el final de la pandemia del coronavirus diciendo "todos podemos ver la línea de meta, estamos a punto de ganar". ¿Realmente hemos ganado? Si es así es esperanzador, aunque seguramente nos tocará convivir con las consecuencias que nos ha dejado y prepararnos para nuevos sucesos. 

Eduard Maldonado Manzano, doctor en Psicología, enfermero y docente del Grado en Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de Manresa


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 

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