Rosi Balaguer Franch forma parte de la promoción 2022 del grado en Fisioterapia de UManresa. No fue el mejor expediente académico, pero se quedó muy cerca de serlo. Fue una de las ganadoras de los Premios Talent UManresa que otorga la Fundación Caixa Enginyers por su trabajo titulado "Estudio comparativo de la efectividad de las intervenciones de telerrehabilitación domiciliaria versus rehabilitación convencional en pacientes graves post-covid-19. Propuesta de intervención" . Dice que llegó a la fisioterapia "de carambola", después de haber estudiado Humanidades y asegura que la formación que ha recibido en UManresa, especialmente a través de la metodología de la simulación, le ha preparado para incorporarse al mundo laboral sin miedos.
¿Cómo das el paso de Humanidades a la Fisioterapia?
Había estudiado Humanidades y música y hacía de profesora. Mientras ejercía la docencia, empecé a estudiar medicina china y acabé dedicando media jornada a ser docente y la otra mitad a ejercer la medicina china. La docencia fue quedando relegada y me fui concentrando, básicamente, en la práctica de la acupuntura y fue entonces cuando decidí empezar a estudiar Fisioterapia. Me di cuenta de que me gustaba mucho el tema de la salud y pensaba que si realmente quería dedicarme debía tener unos estudios avalados del ámbito de las ciencias de la salud. Como ya hacía trabajo manual, porque me había formado en el quiromasaje, y era algo que me gustaba, pensé que Fisioterapia eran los estudios que podían darme más fuerza en mi desarrollo profesional, más que Medicina o Enfermería, que no complementaban tanto lo que había estado haciendo. Y me decidí por UManresa por proximidad, porque vivo en Calders, y porque tenía buenas referencias de personas que habían estudiado aquí.
¿Cómo es la experiencia de ser una estudiante con un perfil tan distinto al de la mayoría de estudiantes de fisioterapia?
Lo cierto es que lo que me hacía más respeto y más me asustaba de iniciar una carrera a mi edad era cómo sería aceptada por los compañeros. Pero en sólo dos días me sentí completamente integrada y estuve muy bien con todo el mundo. Lo que me sorprendió fue que hubiera tantos estudiantes franceses. Y lo que más me gustó fue la familiaridad. Es como formar parte de una gran familia, porque los profesores están muy cercanos, muy comprensivos y nunca te sientes un número. A nivel de contenido, la experiencia también ha sido muy positiva, sobre todo en lo que se refiere a la parte práctica, la simulación y los casos clínicos reales que los docentes llevaban al aula para que accediéramos a conocimientos no sólo a través de la memoria, sino también de la práctica y la experiencia de casos reales. De hecho, podría decir que esta proximidad de la que hablo debe hacerse extensiva a todo el mundo que trabaja en la Universidad, porque todo el mundo es muy cercano y tiene muchas ganas de ayudar. La humanidad de la institución no está en todas partes y a mí me ha facilitado mucho las relaciones durante los estudios, con los compañeros y también con el profesorado.
Estar con gente bastante más joven que yo hizo que al final fuéramos una piña. De hecho, dejé de ver las diferencias entre ellos y yo, porque luchábamos por los mismos intereses y en las mismas guerras. Me hacía mucha gracia el ambiente festivo y las historias de flirteo que me contaban. Yo eso ya lo había vivido y lo miraba con distancia. Aquí es donde había más contraste, pero iba a cenar con ellos y me acogieron muy bien. Pero a la hora de las copas yo ya me retiraba para no asustarles a la clientela.
Háblanos de la simulación y de cómo te ha servido en tu aprendizaje
¡Para mí, la simulación es una asignatura 10! Recoge todas las ramas de todos los contenidos que hemos trabajado, especialmente cuando estás en cuarto curso de la carrera. Lo recoge todo: la parte de contenidos, la de habilidades, la de práctica y, además, toda la parte de razonamiento crítico. A mí me desmontó todo lo aprendido en los cuatro años de estudios para darle sentido. La simulación es la pieza clave del puzle de todas las asignaturas. Además, de cara a la entrada en el mundo laboral, es una herramienta de mucha solidez. Te ayuda a estar más segura, a ser capaz de realizar un diagnóstico, a ir más allá en cosas que quizás no te plantearías y te da un grado de reflexión que en las otras asignaturas no ves de forma tan clara. Es como la unificación de todo lo que hemos realizado en una sola asignatura.
¿Ha sido difícil compaginar trabajo y estudios?
No fue fácil, no. Han sido cuatro años de mucho esfuerzo, de dejar de lado mucha vida social, de madrugar mucho... Trabajaba por las mañanas y estudiaba por la tarde. Llegué a cuarto curso con el agua al cuello, pero a pesar de ser muy complicado, ha sido gratificante.
¿Cómo ha sido el aterrizaje en el mundo laboral?
A los cuatro días de terminar la carrera, ya estaba trabajando. He pasado por muchos trabajos haciendo sustituciones, pero ahora no digo que no a nada. He trabajado en residencias, en el Hospital Parc Taulí, en el Hospital de Berga y en una clínica privada en Santa Coloma de Gramenet. Me he incorporado al ejercicio de la profesión sin ningún miedo. Me siento totalmente segura. Tengo todos los apuntes de las asignaturas a mano y los consulto cuando es necesario, pero sin ningún miedo a encontrarme que no sé qué hacer. Tengo la sensación de que estoy muy bien preparada, de que he recibido una formación teórica y práctica muy buena.
¿Cuál te gustaría que fuese tu evolución dentro de la profesión?
Lo que más me gustaría es trabajar en un hospital. Cuando hice las prácticas ya me gustó mucho. En el hospital puedes conocer y tratar muchas tipologías de paciente, puedes estar en contacto con otros profesionales y aprender de ellos y crecer en tu trabajo y pienso que estar en un entorno hospitalario también te incentiva más a formarte ya estar al día. También me gustaría tener mi propio centro de fisioterapia y poder aplicar todos mis conocimientos y mi bagaje en el ámbito de la salud.
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