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Una noia consumint un refresc

Alrededor del 90% de los adolescentes necesitan mejorar la calidad de su dieta, especialmente los chicos

El 94% de los chicos y el 89% de las chicas de Cataluña Central consumen frutas, verduras, cereales, leche y derivados lácteos con menos frecuencia de la recomendada por las guías alimentarias de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria. Por el contrario, comen carnes procesadas, dulces, refrescos y snacks más a menudo de lo establecido por las mismas recomendaciones, motivo por el cual consumen alimentos con alto contenido en grasas saturadas, sal y azúcares añadidos. El resultado de estos hábitos de consumo es que la dieta de estos jóvenes tiene un alto contenido energético y un bajo valor nutricional.

Esta es la principal conclusión del estudio titulado “Relationship between Diet Quality and Socioeconomic and Health-Related Factors in Adolescents by Gender”, publicado recientemente en la revista Nutrients. El trabajo se ha realizado aprovechando los datos recogidos en el marco del proyecto DESKcohort, impulsado por UManresa, y que recopila datos sobre hábitos en relación con la salud entre jóvenes de Cataluña Central. Los datos con los que se ha elaborado el estudio forman parte de las 7,319 encuestas que se hicieron a jóvenes de entre 12 y 18 años escolarizados en 65 centros de Cataluña Central durante el curso académico 2019-2010. Con Ester Colillas Malet como investigadora principal, el artículo lo firman también Marina Bosque Prous, Laura Esquius, Helena González Casals, Aina Lafon Guasch, Paula Fortes Muñoz, Albert Espelt y Alicia Aguilar Martínez, investigadores de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) y de la Universidad Autónoma de Barcelona que forman parte de los grupos de investigación interinstitucionales Epi4Health y FoodLab.

Diferencias de género en la calidad de la dieta

Según la investigadora principal del estudio, Ester Colillas, el análisis de datos que se recogen en el estudio permite concluir que “una peor calidad de la dieta se asocia a características sociodemográficas como ser chico, que los progenitores tengan un menor nivel educativo y tener un peor rendimiento académico. En el caso de las chicas, además, se suma como factor condicionante tener un bajo estado de ánimo”. Los datos constatan también que consumir alcohol y/o tabaco y hacer un uso problemático del móvil incide también en la calidad de la dieta y lo hace negativamente. Aunque tanto chicos como chicas tienen una dieta de baja calidad, los datos son peores en el caso de los chicos. Según las investigadoras, esto podría relacionarse con una mayor preocupación por parte de las chicas en cuanto a la relación entre dieta, salud e impacto en el cuerpo y también por un mayor interés y conocimiento de aspectos nutricionales.

Por otro lado, en cuanto a las chicas, la relación entre el bajo estado de ánimo y la calidad de la dieta es coherente con otros estudios que muestran una relación entre el género y las motivaciones emocionales en la elección de alimentos para hacer frente al estrés, o como consuelo cuando la persona está deprimida.

La influencia del nivel de estudios de los progenitores en la dieta

En cuanto a la relación entre la educación de los progenitores y la calidad de la dieta, las conclusiones del estudio coinciden con otros trabajos que también evidencian que un mayor nivel de estudios de los progenitores se relaciona con la adopción de conductas alimentarias más saludables, concretamente en cuanto al consumo de frutas y verduras. El bajo consumo de frutas y verduras también se relaciona con un bajo rendimiento académico, según la evidencia científica. Hábitos tóxicos, como el consumo de alcohol y tabaco, el uso problemático de tecnologías como el móvil y el incumplimiento de recomendaciones sobre actividad física se relacionan también con una peor calidad de la dieta de los jóvenes. Los resultados del estudio constatan la necesidad de incidir en los hábitos alimentarios de las personas jóvenes.

La adolescencia, explica Ester Colillas, “es un período clave para consolidar estilos de vida saludables y hábitos alimentarios adecuados que perduren en la edad adulta. Por este motivo es necesario mejorar la calidad de la dieta de la mayoría de las personas adolescentes a través de programas de promoción de la salud como parte integral del programa educativo de los centros escolares para evitar el aumento de las desigualdades nutricionales y de salud”.

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